SEGUNDA AVALANCHA DE TEXTOS
La memoria es el medio
para acceder a lo más profundo del ser humano.
El tiempo mesiánico es la
inversión de los modos del tiempo, en el cual pasado y presente,
“así fue” y “aún no”, se entrelazan generando un
cortocircuito, en cuyo relampagueo se cela la posibilidad de una
redención del dolor y el sufrimiento de quienes nos han precedido.
El tiempo mesiánico no es un instante extra-temporal, no es un estar
fuera del tiempo, sino más bien una contracción cargada de tiempo
hasta estallar.
Hay que buscar en el
pasado las huellas del futuro. No se trata de evocar lo perdido para
liberarlo en el recuerdo. Hay que descifrar el futuro que ha quedado
atrapado en el pasado, ese futuro que pudo haber sido y no fue. Por
esto, el pasado no está definitivamente concluido; debajo de las
cenizas se esconden las brasas de lo nuevo. Por ello, existe una cita
secreta entre las generaciones pasadas y la nuestra.
El continuum es la
antítesis más poderosa del devenir. Es la forma del tiempo mítico,
el tiempo de la repetición inagotada e inagotable, que no concede el
jamás y que justamente por eso, no conoce la posibilidad de lo
nuevo.
La débil fuerza mesiánica
de la rememoración se ciñe alrededor de una concepción del tiempo
como discontinuum. Esta débil fuerza es la única que puede
iluminar, citar una
zona de nuestro pasado, que de otro modo
quedaría condenada a la oscuridad y al olvido
El pasado está marcado
por un indicio secreto que lo remite a la redención. ¿No sentimos
nosotros mismos un débil soplo del aire en el que vivían las
personas de ayer? ¿En las voces en las que
prestamos atención no resuena el eco de otras voces, ahora mudas?
[…] entonces existe una cita secreta entre las generaciones que nos
precedieron y la nuestra. Entonces había alguien esperando por
nosotros sobre la tierra. Hay quien espera por esta débil fuerza
mesiánica que es la única que puede iluminar, citar una
zona de nuestro pasado, que de otro modo
quedaría condenada a la oscuridad y al olvido. Y no podemos fallar a
esa cita, pues fallar implicaría el definitivo naufragio de ese
pasado que a nosotros se remite, que está esperando por nosotros.
El gesto de la
rememoración, entonces, rompe la apariencia del continuum del
tiempo, donando a nuestro presente la posibilidad de acceder, no al
“así fue” de la historia sino al “revés del tiempo” de los
dominadores, a las cifras de esa historia que nunca ha sido escrita,
esa historia que pudo ser y no fue.
Las coordenadas de esta
salvación son el “demasiado temprano” y “demasiado tarde”.
Los mapas son una forma de
producción de realidad, una particular representación de ésta, una
representación parcial de lo que existe. Una realidad que no está
dada a priori, sino que la construimos nosotros.
La idea de cartografía o
mapa no se limita ya al dibujo que representa en dos dimensiones un
territorio geográfico –sino que, como herramienta de conocimiento
y producción de lo real, se extiende a cualquier (re)presentación
de una situación compleja que sitúa sobre un mismo plano metafórico
relaciones y elementos heterogéneos, procesos mentales, sociales,
políticos o tecnológicos, acontecimientos, lugares míticos o
imaginarios.
Principios rizomáticos:
De conexión y
heterogeneidad: cualquier punto del rizoma puede ser conectado con
cualquier otro y debe serlo (…) poniendo en juego, no sólo
regímenes de signos distintos sino estados de cosas ocultos…
De multiplicidad: una
multiplicidad no tiene ni sujeto ni objeto, sino únicamente
determinaciones, tamaños, dimensiones que no pueden aumentar sin que
ella cambie de naturaleza (…) o lo que es lo mismo, una
multiplicidad que cambia de naturaleza a medida que aumentan sus
conexiones. En un rizoma no hay puntos o posiciones como ocurre en
una estructura. En un rizoma sólo hay líneas (…) las
multiplicidades se definen por el afuera: por la línea abstracta, la
línea de fuga o de desterritorialización según la cual cambian de
naturaleza al conectarse con otras. En las conexiones está la
esencia…
De ruptura significante:
un rizoma puede ser roto, interrumpido en cualquier parte, pero
recomienza según ésta o aquella de sus líneas, y según otras. No
hay imitación ni semejanza, sino surgimiento, a partir de series
heterogéneas.
De cartografía y
calcomonía: el rizoma es mapa y no calco. Si el mapa se opone al
calco es porque está orientado hacia una experimentación que actúa
sobre lo real. El mapa no reproduce un inconsciente cerrado sobre sí
mismo, lo construye (…) el mapa es abierto, conectable en todas sus
dimensiones, desmontable, alterable, susceptible de recibir
constantemente modificaciones. Puede ser roto, alterado, adaptarse a
distintos montajes, etc. (…) Siempre hay que resituar los puntos
muertos sobre el mapa y abrirlos así a posibles líneas de fuga.
Mientras que el calco se
propondría representar algo real que pre-existe, y que la acción no
pretende transformar, el mapa se propone producir otras relaciones,
poner en marcha nuevas interpretaciones, nuevos procesos, crear…
En un mapa siempre hay más
de lo que su autor creyó poner. Sueños y pesadillas. Líneas de
felicidad y de desdicha, de miedo y de feliz desesperanza. En cada
mapa está el mundo.
El vicio del cartógrafo
es querer ponerlo todo. Si quieres ponerlo todo, nadie verá nada.
Definito est negatio. Lo más importante es decidir qué se deja
fuera. ¿Qué quiero hacer visible? Si tengo claro eso, sabré qué
excluir. Sacrificar: eso es lo más importante al hacer un mapa.
Definitio est negatio. Un mapa no es una fotografía. En una foto
siempre hay respuestas a preguntas que nadie ha hecho. En el mapa
sólo hay respuestas a las preguntas del cartógrafo.
La fuerza de un cartógrafo
es esa capacidad para mirar y elegir lo esencial. Mirar, escoger,
representar: esos son los secretos del cartógrafo. Miles de datos
han de reunirse en unos pocos signos y datos que den a ver relaciones
de fuerza, tensiones, rupturas, etc…
No basta mirar. Hay que
hacer memoria. Lo más difícil de ver es el tiempo.
Las cosas importantes sólo
se ven a pequeña escala. Una cartografía de la desaparición, de
las ruinas se hace imprescindible… Y otra del propio cuerpo, una
cartografía de la intimidad. Sino acaban siendo la misma…
El mapa hace visibles unas
cosas y oculta otras. Los mapas cubren y descubren, dan forma y
deforman. Si un cartógrafo te dice que es neutral, desconfía de él.
Un mapa siempre se posiciona.
La imaginación es
inherente a la imagen. Y las imágenes son cajas de resonancia.
El recuerdo produce una
sincronicidad entre dos tiempos.
La presencia de huellas
sirve como hilo de Ariadna…
Para el recuerdo, el saber
humano es una obra fragmentaria en un sentido especialmente
conspicuo: a saber, como el montón de piezas recortadas
arbitrariamente que componen un
puzzle.
Una imagen no es fuerte
porque es brutal o fantástica, sino porque la asociación de las
ideas es lejana y exacta.
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